Autoestima
“Amarse a sí mismo es el comienzo de una aventura que dura toda la vida” Oscar Wilde.
La autoestima es la relación que mantenemos con nosotros mismos, en nuestro interior. Si estamos en silencio unos minutos y observamos el fluir de nuestros propios pensamientos, descubriremos a varias “personas” que dialogan entre sí, y que en realidad, no soy más que yo misma “hablando” sobre diferentes asuntos…. Imágenes, recuerdos, esto es el diálogo interno ¿Y con quién hablo? Pues conmigo evidentemente, aunque reproduzca una conversación que tuve con otra persona, puedo percibir en el fondo, mi propia opinión filtrándose de forma sutil. Todos juzgamos nuestra acciones, evaluamos las de otros, pero en ocasiones este juicio es demoledor, crítico en extremo, incluso pueden aparecer insultos o humillaciones sin que corresponda con un hecho real (“¡qué horrible eres! ¡¡Eres tonto/a! No vales nada…” ” No me quiere nadie...”) No es extraño que luego nos sintamos dolidos, confusos, avergonzados o culpables sin motivo aparente. | |
Hay personas que tienen este diálogo de forma continua, personas que cuando se miran al espejo no se ven a sí mismas, sino a un reflejo distorsionado, como el que se mira en un espejo de feria. ¿Cómo va a creer alguien que le quieren si no se quiere a sí mismo, si no ve en él/ella al ser que es? Cuando aparece el proceso de enfermedad, este diálogo puede exacerbarse. He conocido personas que se abandonaban a sí mismas como a un juguete roto por estar enfermas, “ya no sirvo”, “¿para qué?, ya no valgo para nada”, aislándose, rechazando el amor de las personas que les rodeaban, “sólo soy un estorbo”, y entrando en una tristeza desesperanzada y amarga, la que se produce cuando uno se aleja de sí mismo. "Una persona puede sentirse sola, aún cuando mucha gente la quiera." Ana Frank.
Uno de los trabajos más bonitos que se realizan en psicooncología, es el del reencuentro con uno mismo. El reencuentro con la inocencia y con el dolor, que se calman cuando uno mismo puede abrazarse, comprenderse, darse consuelo. Cuando entiendo y siento, que mi vida me pertenece en todo momento, incluida la enfermedad, y que es en este momento cuando más necesito de mí. Es el momento de practicar el descanso, de escuchar en el silencio la voz de mi propia mente y poder reconducirla hacia la calma y el sosiego.
Un padre a sus hijos “Vamos a ver si alguien me sabe responder ¿En qué lugar hay quietud en plena tormenta oceánica?” Y el hijo responde, “¡Muy fácil papá, en el fondo!”.
La soledad que proporcionan los tratamientos, la convalecencia en ocasiones larga, o a veces el encuentro inevitable con la muerte (es la única certeza, tengamos o no cáncer), pone a prueba esta capacidad de “acompañarse”, de estar con uno mismo, pase lo que pase fuera.
La conquista de la relación amorosa y profunda con uno mismo produce una estabilidad y una serenidad que se traducen en la aceptación y colaboración necesarias, tanto cuando nos encontramos con la enfermedad como en el mismo hecho de vivir.
Sugerencias:
• Trátese con amor y ternura. Busque una foto de sí mismo y exprese a la foto sus deseos de felicidad y bienestar.
• Recuérdese a sí mismo no solo sus faltas, también sus cualidades y lo bueno que hizo por los demás, sus logros, y lo que ha desarrollado a lo largo de su vida.
• Respire en calma.
• Descanse y trate a su cuerpo con amor.
• Entienda su sufrimiento y apóyese como lo haría con su mejor amigo/a. Dígase a sí mismo las palabras que utilizaría en ese caso. Tenga compasión.
• Permita a los demás que expresen su afecto por usted. Agradézcalo.
• Perdónese y pida perdón si es necesario.
• Aprenda de sus errores.
¡Les deseo de corazón un feliz encuentro consigo mismos!.
Escrito por Ana Carbonell
Original en:
http://www.costacomunicaciones.es/vytal/noticia_autoestima_psicooncologia_2192.html
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